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  • Foto del escritorKarito Bohorquez

Unicef pide cuidar la salud mental de las siguientes generaciones tras el COVID

Actualizado: 7 oct 2021

La alteración de las rutinas, la educación y el ocio por la pandemia, además de la preocupación de las familias por los ingresos y la salud, hacen que muchos jóvenes sientan miedo, rabia y preocupación por su futuro.



“Las consecuencias de la pandemia tienen un gran alcance, pero son solo la punta del iceberg. Incluso antes de ella ya había demasiados niños y niñas abrumados por el peso de una serie de problemas de salud mental a los que no se había prestado atención. Los gobiernos están invirtiendo muy poco para atender estas necesidades esenciales. No se está dando suficiente importancia a la relación entre la salud mental y las consecuencias que se producen más adelante en la vida”, explica la directora ejecutiva de Unicef.


La alteración de las rutinas, la educación y el ocio por la pandemia, además de la preocupación de las familias por los ingresos y la salud, hacen que muchos jóvenes sientan miedo, rabia y preocupación por su futuro. Temores que no han sido capaz de verbalizar, ni siquiera, con sus seres queridos.


FALTA DE RECURSOS


En el momento de el diagnóstico de un niño que le cuenta a su mamá que ya no quiere vivir y ella busca apoyo, la atención de salud mental se hace muy difícil de acceder ya que la mayoría de centros de salud mental se encuentra ubicados en las ciudades y a un costo demasiado alto para sus ingresos de una persona que vive del día a día.

Finalmente, y a través de un centro de salud local, se le puede proporcionar un seguro público y se le puede derivar a un Centro Comunitario de Salud Mental en las ciudad , a 10 minutos en autobús desde su casa, donde podrá recibir apoyo y tratamiento psicológico.


con esta simple explicación podemos ver que la salud mental es algo más complicado de obtener para las personas de menos recursos ya que se ven restringidos de poder obtenerla con facilidad.


A su vez, el número de psiquiatras especializados en el tratamiento de niños y adolescentes es inferior al 0,1 por 100.000 en todos los países analizados por el informe, excepto en los de ingresos altos, donde la cifra es de 5,5 por 100.000. “Todavía es todo un reto que se hable de ello, cuando nos referimos a lugares en los que la seguridad alimentaria no está garantizada o la atención primaria es mínima… ¿cómo se va a identificar allí que ese niño o niña tenga un problema de salud mental? Y el problema queda oculto”, contextualiza Cristina Junquera, responsable de Incidencia Política de Unicef España.




Tras el inicio de la pandemia y la poca comunicación de los niños Unicef creo una campaña para romper el silencio y la importancia de la comunicación.








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